Línea entre periodismo y sensacionalismo

¿Cuándo es capaz de cruzarse esa delgada línea entre el sensacionalismo amarillo y el alma periodista de querer informar al espectador el verdadero halo en la cual se vive una trágica situación?

 

Tras el aún recordado atentado que recorrió al mundo, el 11 de marzo de 2004 en Madrid, donde un grupo terrorista yihadista accionó 10 bombas en cuatro trenes entre las 07: 36 y las 07: 40 de la mañana, se generó un debate en cuanto las fotografías difundidas en diversos medios de comunicación. Sobre todo, por la misma prensa.

 

Es bien sabido que el poder de una imagen resulta irrefutable, pues se cree que a partir de ésta nada puede ser falso. Una supuesta recreación de la realidad, o al menos el intento de ello, de la que no puede discutirse o hablarse. Sin embargo, no está exenta de manipulación, de falsa, errónea o incompleta realidad en la que muchos pueden caer.

 

Pero otro de los grandes dilemas y de los cuales ahora nos compete, es precisamente cuándo se convierte una fotografía en sensacionalismo, tras querer representar una trágica realidad al mundo entero.

 

El diario “El Mundo”, por ejemplo, al realizar un especial sobre los atentados, señala que “Las palabras que utilizan los periódicos para definir los atentados terroristas que ayer sembraron caos en Madrid dan idea de la magnitud de la tragedia. Pero nada como las fotografías de las portadas”.  

 

Y es que las fotografías difundidas de dicho atentado reflejaban la crudeza sin necesidad de leerlo desde la nota. Cuerpos de jóvenes destrozados entre los vagones, además de diversos cuerpos de emergencia atendiendo a los heridos en las vías del tren.

 

El día del atentado diversos periódicos mundiales realizaron un especial que cubría el hecho en sus sitios de internet. Sin embargo, unos más que otros fueron cuidadosos por este problema.

 

“El Mundo”, como ya lo habíamos mencionado realizó uno, pero la imagen que mantenía de portada era una toma abierta en el que se logra vislumbrar los restos de los vagones con sangre esparcida en el suelo.

 

“El País”, también realiza un especial manteniendo una foto de portada aún más amplia que la de “El Mundo”, en donde sólo es posible visualizar el suelo con algunos cuerpos cubiertos en sábanas.

 

“La Razón”, en cambio, publicó en su sitio de internet y como portada de su especial, la fotografía de un joven con la cara ensangrentada, sentado en el suelo, firmada por José Huesca y que curiosamente, fuera ésta la que fuera más difundida en diversas cabeceras.

 

Sin embargo es válido suponer que todo esto se deba a la prematura noticia que estaba siendo cubierta por diversos medios de comunicación, en una ardua pelea por el tiempo de difusión.

 

Pero debemos suponer que la selección de las imágenes fue más reflexiva en la edición del día 12.

 

Sin embargo  “El País”, ya lo comentamos, el día anterior había escogido una imagen general del tren, pero cuando las fuerzas de seguridad ya estaban trabajando y los cuerpos se agachaban bajo mantas, eligió para el día 12 una imagen de instantes después de la explosión en la que podían verse un gran número de heridos sobre las vías.

 

“ABC Noticias de España y del mundo” eligió otra imagen que también sería una de las más repetidas,  donde el personal del SAMUR (Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate) alineaba los cadáveres metidos en bolsas negras.

 

Pero el “El Mundo” quien había señalado que las imágenes difundidas hablaban por sí mismas,  publicó como portada de su sitio una donde se podían ver claramente los cadáveres destrozados de dos jóvenes.

 

Por su parte, “La Razón” realizó un fotomontaje con las letras "11-M" colocando en el interior de las mismas imágenes de heridos ensangrentados e incluso una mujer fallecida a la que, en este caso borró los ojos para evitar su posible reconocimiento.

 

De todas las imágenes transmitidas realmente fueron los fallecidos los que ocuparon el verdadero protagonismo. Tras éste brutal hecho, considerado por cierto como el segundo mayor cometido en Europa hasta la fecha (el primero también fue de corte islámica perpetrada en España en un restaurante llamado el 12 de abril de 1985, conocido como “El Descanso”) quizás damos por sentado que el sensacionalismo tienden a brillar por un lado, pero el alma periodística de querer difundir la gravedad de un hecho, por el otro.

 

Quizás es una delgada línea que resulta recíproca, y podríamos decirlo con cínicas comillas “de mal gusto”, pero que resulta hasta necesaria. No se pierde la sensibilidad, sino que es posible aumentarla con estas imágenes. Ya que por la crudeza de las mismas son capaces de popularizarse tanto hasta darle la vuelta al mundo, impactarle y medirle el grado de importancia.

 

Línea a veces visible, necesaria en ocasiones, pero única.

 

 

 

Héctor Jesús Cristino Lucas

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